BOLETÍN ECONÓMICO

ELECCIONES PRESIDENCIALES Y LA
INCERTIDUMBRE ECONÓMICA EN
BOLIVIA: UN NUEVO CICLO DE
TENSIÓN ESTRUCTURAL

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En agosto de 2025, Bolivia encara un momento de inflexión histórico: convocada a elegir a su nuevo presidente y legisladores el 17 de agosto, la nación enfrenta a la vez una paralizante crisis económica y una profunda tensión política. Esta coyuntura, que combina el fin de una era con la posibilidad de un nuevo ciclo de tensión estructural, convierte a las elecciones en el eje definitorio del futuro inmediato del país (The Guardian, 2025). Desde el punto de vista económico, Bolivia atraviesa su peor crisis en décadas. La inflación alcanzó niveles alarmantes (cercanos al 24–25 %) acompañada por una escasez crítica de combustible, restricciones severas en la liquidez en dólares y la erosión de subsidios fundamentales como el pan, cuyos formatos y cantidades han sido recortados significativamente (AP News, 2025). A ello se suman reservas internacionales dramáticamente bajas (con solo USD 47 millones en moneda líquida a fines de 2024, frente a US$ 1.980 millones en reservas totales) lo que limita la capacidad del Estado para responder ante shocks económicos (Coface, 2025). El déficit fiscal es abultado, la deuda pública está altamente dolarizada (alrededor del 92 %) y el déficit en cuenta corriente se profundiza ante el colapso de los ingresos por gas y otras exportaciones (Coface, 2025). Políticamente, el escenario electoral está marcado por la fractura interna del Movimiento al Socialismo (MAS). La histórica alianza entre el presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales se ha disuelto en un enfrentamiento sin cuartel, debilitando la cohesión del partido y su capacidad de gobernabilidad (Bolivian Thoughts, 2024; Financial Times, 2025). Evistas y arcistas no lograron consensos, lo que paralizó más de USD 1.100 millones en créditos externos postergados en la Asamblea Legislativa, agravando la escasez de financiamiento para enfrentar la crisis (Bolivian Thoughts, 2024).